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Mi abuela Ana Briante Campos, la madre de mi madre, hija de Antonio Briante Caro. Fotografía tomada el martes, 16 de abril de 1940.


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Colegio Público Antonio Briante Caro, mi «Poli» de mi alma. Recuerdos de mi infancia.

Fotografía tomada el martes, 28 de agosto de 2018. Hora: diez y cuarenta de la mañana.


Visión de otoño

Autor: Antonio Briante Caro, mi bisabuelo.

Estamos a 17 de Octubre de 1945. Me encuentro acerpiando en mi viñita del pago de «La Cañada», a unos dos kilómetros al nordeste de Trebujena. Parcelas de viña, frutales y olivares, me rodean por todas partes. Me encuentro solo, echando el último «cigarro» de la jornada, sobre la «rienda» de una «pileta», recién movida por mi azada. Mi ánimo está triste como el ambiente de la tarde otoñal y el cielo, cargado de nubes. Muchas tardes de otoño me he sentido así, pero nunca como ahora.

Para distraerme, tomé el lápiz y el cuaderno y me puse a escribir mis impresiones.

Acaban de sonar las seis de la tarde en el reloj del ayuntamiento del pueblo. Las campanadas, lentas, sonoras y vibrantes, llevadas por el viento húmedo del mar, parecen en este momento a mis oídos como un vuelo de aves misteriosas que anuncian las horas a la campiña, bajo el cielo oscuro y triste de la tarde. NO veo en la severidad del paisaje de la naturaleza que me rodea un detalle que NO respire el mismo hálito de abrumadora tristeza; la calma, la lobreguez imponente del cielo… el leve soplo del viento, que agita las cañas con su lenguaje sibilino parecen hablarme de fatales presagios. La perspectiva sombría de la marisma inmensa, poblada de pastores perdidos y rebaños vagabundos, el vuelo temeroso de las avecillas otoñales, que parecen buscar en mi compaña un refugio a la noche próxima; la mímica siniestra de los pámpanos decrépitos, estremecidos por los suspiros de la brisa… ¿Qué secreto lenguaje existe entre vosotros y mi espíritu, que de tal modo lo conmueven? (ANTONIO BRIANTE CARO. Trebujena, 17 de Octubre de 1945).


DSC_0014La tumba de mi bisabuelo Antonio Briante Caro:

<<R.I.P.A.
Antonio Briante Caro, viudo que fue de Doña Juana Campos Bustillo.
Nació en Trebujena el día 16 de abril de 1887 y falleció en Jerez de la Frontera el día 20 de mayo de 1967.
Su hija, hermano, hijos políticos y nietos NO le olvidan.
Amó, trabajó y escribió siempre.
Desde aquí pide al que pase una oración o un recuerdo.>>


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<<Mi abuela materna, Ana Briante Campos, hija de Antonio Briante Caro. El bebé es mi madre: Juanita Pérez Briante.

La gente que llegó a conocerla, díce que mi abuela Ana era una mujer muy guapa y agradable para todo el mundo. Murió enferma siendo muy joven, cuando mi madre –su única hijita– tenía 4 ó 5 añitos. Antonio Briante Caro hizo TODO lo posible por salvar la vida de su hija Ana: vendió casi todos sus campos para pagar a los médicos… Pero Diox, si es que existe Diox, quiso llevársela.

Mi madre creció en compañía de su abuelo Antonio Briante Caro, quien la llamaba «Rayito de Sol». Ella ordenaba sus papeles, sus escritos, sus cartas,… y le decía dónde dajaba las cosas cuando se le olvidaba algo.

Algunas veces, mi madre me habla con tanto afecto de su abuelo Antonio Briante, que NO me cabe la menor duda de que era un hombre bueno; razón demás de sentirme contento y orgulloso de mis ancestros.>> Marin El Punki – Perro Loko.


Día de difuntos ¡Que me entierren en Trebujena!

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Días pasados, departíamos varios amigos setentones, en la tertulia de un pollo de la Plaza Mayor de Trebujena, acerca de cuál sería el lugar preferido para cada uno para su descanso eterno.
NO nos poníamos de acuerdo: uno decía que quería que lo enterraran muy lejos de aquí; aquel de allá, que le importaba muy poco el sitio ; otro, horrorizado, que NO le tocaran ese asunto. Yo empecé a hablar de este modo:
– “Pues, señores, yo he vivido 31 años en Jerez y 43 en Trebujena. Allí, mi juventud; aquí, mi madurez y mi vejez y, NO lo puedo remediar: le he tomado ley a esta tierra en donde nací. Sin que me obligue a mucho, les diré que prefiero que mis huesos descansen para siempre en el encantador cementerio de Trebujena, de mi pueblo, entre bosques de romero, de rosales y margaritas, a la sombra de uno de sus cipreses, al lado de los seres a quienes amé tanto y tanto me amaron.”

Silencio y estupefacción general. Pero yo continué, con calor:
– “La verdad es que NO me gusta mucho que digamos el cementerio de Albadalejo, de Jerez de la Frontera. Aquello me parece una ciudad desierta, en donde NO se ve ni un árbol, ni una flor natural, y sólo reinan el mármol, la muerte y el olvido.
Allí, los Hermanos Fossores, abnegados y diligentes, lo agarran a uno, le echan los ganchos y lo izan, balanceándolo graciosamente en el espacio, como un fardo, y lo colocan en el piso 5º del bloque número tantos de unos de aquellos patios enormes. Como comprenderán ustedes, nadie podrá leer su nombre, ni ofrendarle una oración ni una lágrima, ni una flor, ni casi un recuerdo siquiera.
En cambio, yo me sentiría más a gusto en mi cementerio de Trebujena. Allí, en un sitito al que ya le tengo echado el ojo; allí, al pie de una de aquellas lilas tan hermosas y que tan bien se identifican con mi carácter “lilial”, al pie de la veredita central del sagrado recinto y NO muy lejos del santuario de Nuestra Señora de Palomares, estoy seguro de que podría seguir viviendo una temporadita en la memoria y en el corazón de mis paisanos, quienes, en los días de entierros y en las tardes de Noviembre, podrían leer mi nombre, bajo el amparo de la cruz, y dedicarme un recuerdo de amistad y de cariño.
Pero, ¿en Albadalejo? En Albadalejo mi pobre nombre se hundiría intensamente en el olvido, como en un abismo sin fondo. Aunque, de todos modos, lo principal para echarse a dormir tranquilo es presentarse ante la Justicia de Dios con las manos limpias.” ANTONIO BRIANTE CARO (mi bisabuelo). Trebujena, 21 de Mayo de 1961


Antonio Briante Caro

IMAGE0001Mi bisabuelo Antonio Briante Caro con 25 años de edad. Fotografía del año 1912.

 

IMAGE0003El señor de la izquierda es Antonio Briante Caro, mi bisabuelo. Tenía una forma muy peculiar de vestir. NO sé quién es el otro hombre.

Si NO me equivoco, la foto fue tomada en el Ayuntamiento de Trebujena. En el reverso aparece escrito lo siguiente:
«Antonio Briante Caro y su nietecita Juanita Pérez Briante. Trebujena, 11 de Abril de 1959. Cádiz»

He de decir, para quien NO lo sepa todavía, que «su nietecita Juanita Pérez Briante» es mi madre. Antonio Briante la quería mucho.

 

IMAGE0004En el centro de la foto, con gafas y sombrerito: Antonio Briante Caro. Esta foto me parece que está tomada en Jerez de la Frontera. Debió de ser en la última etapa de su vida.

Antonio Briante Caro era un hombre entrañable, un hombre de campo que se instruyó a sí mismo. Era un poco polifacético: poeta, escritor,… Poseía grandes conocimientos de historia y de arqueología y entendía estupendamente el francés.

Mi madre me suele contar que cuando Antonio Briante Caro acudía a un tabanco en Trebujena, todo el mundo solía levantarse para ofrecerle su silla y le decían:
– «¡¡Antonio, Antonio, siéntese usted aquí, siéntese usted aquí…!!»
A Antonio Briante Caro le molestaba en cierta manera este tipo de cosas y siempre respondía:
– «NO se levanten, señores, lo mismo da sentarse aquí que allí !!»
Evidentemente, todo el mundo quería que Antonio Briante Caro se sentara a su lado para escucharlo hablar, porque… (según cuentan): «daba gloria escucharlo.»

Yo NO llegué a conocer a mi bisabuelo Antonio Briante Caro, pero me hubiese gustado mucho conocerlo y me siento muy orgulloso de él. Marin El Punki – Perro Loko.


Frases de un hombre sabio

– La envidia es un gusano que suele escoger para nido suyo el corazón de los soberbios.
– El soberbio se cree situado en el centro del mundo, y cree que el mundo se ha hecho para él sólo.
– La soberbia es la exaltación del egoísmo. No hay más diferencia entre el egoísta y el soberbio sino que el primero cubre a veces sus sentimientos con el sucio velo de la hipocresía y el segundo desdeña ese trabajo.
– Algunas veces la soberbia nace en el corazón humano por la costumbre de humillar al servilismo. Otras veces es ingénita.
– La verdadera humildad debe ser limpia de corazón. Cuando no es así, degenera muy pronto en servilísmo.

Sin título(ANTONIO BRIANTE CARO –Mi bisabuelo– Trebujena, 19 de Marzo de 1951)